Ulises González y su oda al amor
Por Norma Niurka, Diciembre 2007, El Nuevo Herald, Miami, USA.
Ego ha sido flechado por una rosa. La flecha ha dado en el blanco en la misma boca de Ego, quien, al sentirla, comienza a desnudarse junto a ella. Cuando la rosa siente que las manos de Ego la tocan, deja caer sus pétalos, que van tiñéndose de rojo y cayendo a los pies de Ego.
Esto que relato no es una escena teatral ni un performance sino la descripción que hace el pintor Ulises González de los cuadros que integran la serie del personaje Ego, de su creación. El representa su versión libre de la tradición de deshojar la margarita, versión en la que impera lo afirmativo (“me quiere, me quiere, me quiere”), que no deja lugar a dudas en cuanto al amor que se cuestiona. Estas pinturas integran la serie, exposición más reciente del artista cubano residente en México desde 1991, compuesta por 12 inmensos lienzos ejecutados en carboncillo y óleo sobre tela. Los formatos son enormes, dice, porque es enorme el ego. Es la forma jocosa de expresión en el drama, una constante en la obra de Ulises, que en su expresionismo figurativo contiene elementos del pop art y el kitsh.
Si sus anteriores series mostraban pasiones íntimas, como Olores (exposición de 2004 en México que inspiró un poema al cantautor Silvio Rodríguez), en Ego los códigos se trasladan a un sentimiento universal.
“La idea es hacer una oda al amor, tratar acerca de lo importante que es querer y dar amor”, explica Ulises, quien inaugura esta noche su exposición en el Centro Cultural de México en Miami como actividad extra de Art Basel. “Siempre había querido hacer algo relacionado con El Ruiseñor y la rosa de Oscar Wilde. Después que empecé a hacer ésta serie, en alguna parte de mi subconsciente salió, me acorde el cuento lo veo como un homenaje a tan admirado escritor”.
Las obras de este artista de 43 años figuran en el Museo de Bellas Artes de La Habana, Museo de las Artes de Guadalajara; y en colecciones en Europa, Latinoamérica y Estados Unidos; así como en residencias de artistas y personalidades como Gloria y Emilio Estefan, Verónica Castro, el príncipe Egon Von Furstenberg , Fundación Tomás Sánchez, etc. En 1999 su arte llegó a París, donde se vendió toda su obra en la FIAC y una de las instalaciones Vanidad, fue usada por una cantante de opera rock en este prestigioso recinto de La Opera .
Ulises llegó a México con una invitación de dos meses para una exposición que nunca llegó a darse, sin embargo, esa mirada fuera de la isla cambio su vida para siempre. “No tenía intensiones de quedarme, nunca pensé en irme mientras mis padres vivieran, pero ya habían muerto y no había nada que me atara a Cuba, pensé que en México había opciones para desarrollar una carrera”.
Cuatro años antes se había graduado en su país de Geografía Física, primer expediente de su curso, llevaba 15 días de trabajo en el Instituto de Geografía de La Academia de Ciencias de Cuba (su primer y último empleo en esa materia), cuando el director lo expulsó por injustas razones ideológicas, “dijo que yo me vestía con ropa extranjera y que me negué a hacer trabajo voluntario, yo usaba jeans y manillas tejidas en la muñeca, y cuando no quise ir tres meses al campo que solo iría un mes, me botaron del instituto”.
El revés resultó afortunado y llevó a Ulises a desarrollar su vocación artística que le hizo ganar lauros (premios y menciones en concursos nacionales y en su primera exposición, en 1990, el apadrinamiento de Tomás Sánchez) para convertirse después en un triunfador.
En 1991, después de vivir 6 meses en el D.F. se mudó a Guadalajara, donde encontró la calidad de vida que buscaba. “México es un país lleno de arte y calidez humana, Guadalajara tiene un clima maravilloso y mucha vegetación, allí uno se toma el tiempo para vivir, te relacionas los amigos, disfruto las visitas, me encanta invitar a mi casa”.
En su país adoptivo, la paleta del cubano encontró diversidad de colores y asuntos, su pintura en donde predominaban los grises, evoluciono hacia un gran colorido e influencia mexicana, especialmente la religiosidad.
Su nacionalidad está presente en el óleo No me olvides, donde aparece un Cristo envuelto en una bandera cubana rodeado de “No me olvides”(la flor). La obra pertenece a la impactante serie De todo corazón, de 1996, donde se ve la tradición mexicana y un gran corazón dorado, el milagro al que se le piden favores, “Lo hice en tela dorada acolchonada, con elementos colgantes, sogas, terciopelo, borlas, es una denuncia al drama con algo muy kitsh, es un gran milagro para un gran favor, que todo vaya bien y se ha cumplido”.