GREGORIO VIGIL

ULISES GONZÁLEZ (1963) / ACERCA DE ESTOS MISTERIOS ENCONTRÉ PASIONES INTENSAS
Debemos dar por obvio que la mirada del artista es la propia construcción plástica. Pero, no nos equivoquemos, ha de ser honda, tal como pregonaba Dubuffet:
“¡Cavad! El mundo está formado de capas, es un pastel de hojaldre. ¡Probadlo en hondura, sin ir más lejos de vuestros pies, y veréis!
Sin embargo, ULISES, el artista cubano residente en Jalisco, lanza una llama que incendia todo cuanto arrolla. Hace de la pasión un lenguaje y lo encubre con el misterio de una impronta en expansión, que filtre en el hervor cromático la serenidad del dibujo.
Se asegura que solamente hay belleza en la búsquedad de la verdad. Apaga y vámonos, me susurra él mismo. Mi verdad está en la carne, la nocturnidad, el frenesí, el erotismo, el amor y la alevosía. No tendría perdón si no fuese así. El arte le ha pedido siempre, me aclara, ese relato, una historia de fuerza y emoción, de plasmar lo que cada día se desata y grita.
Por eso es que las manchas de sangre o el carmesí en flor colorean una superficie con arañazos y en la que nadan esporas o corpúsculos que dan su última conformación al hecho pictórico. ¿Cabe más eficiencia que ese contraste que anuda lo hecho con lo deshecho? Un corazón negro vomita un pañuelo rojo, ese rojo que el artista convierte en un vocabulario desesperado que no desdeña intercambiarse con la demacración, con una blancura que no aspira a la reencarnación y sí a la angustia.
Y por ello es que la cruz, como espejo metafórico, aparezca astillada y con esparadrapos, a la que nos asomamos con más deseos que ansias de encuentros. Y los capullos -O´Keeffe nos habló de ellos- sean entes colgados de esa plasticidad apasionada que cubre la certidumbre de ser la sendas de unos trazos o la del propio destino, forma de la plenitud carnal de unos colores que al mismo tiempo que designan proclaman.
Obra que reflexiona, una vez que se ha quitado de encima el gesto y el sudor, sobre lo que es o no la culminación de un proyecto, cuya continuación estará en ese futuro que le aguarda compartiéndolo con el destino.
Se dice que Pollock, en ataque de rabia, arrojó un libro que trataba sobre Picasso, gritando:
“¡Maldita sea, este tipo no se ha dejado nada!” ¿Qué fue de ese libro?
 
 
Por Gregorio Vigil-Escalera Alonso, miembro de la AECA (Asociación Española de Críticos de Arte). 2012.
 
 
ULISES GONZÁLEZ (1963) / I FOUND INTENSE PASSIONS WITHIN THESE MYSTERIES
It is a given that the artist interpretation is the plastic construction. However, we must not forget it must be deep, just as Dubuffet said: “Dig, go deep! The world is composed by layers, just like a pie, taste in deep detail what you have near and you will see how great this is!”
ULISES, the cuban artist living in Jalisco, lightens up an intense flame that fires all that it touches. He converts passion into a language that adds up mystery and transforms the serenity of his masterpieces.
People assure that true beauty is found in the seek for truth. This artirst whispers to me that truth is in flesh, in the night, in erotism, love and premeditation. I couldn´t think it any other way. Art has always been for me a story of art and passion, molding daily emotions and representing this in works that remind us and shout this to us. That is why the blood stains or the flower´s crimson color a surface and flow on it forming pictoric art. Creating a contrast between what´s finished and unfinished, a black heart throws up a red scarf, and that red is the one that this artist transforms into a special language, using also a white mist that does not aim to rencarnation but it does to desperation. And that is why the cross used as a methaphor, looks so worn, and invites us to find desire and passionate encounters. And the buds, as O´Keeffe mentions frequently, are hanging elements of this vivid art which traces make the colors perfect interaction in form of flesh.
This work makes us think, once you have passed through the sweat and gesture, about what is the real culmination of a proyect and its interaction with destiny. It is said that Pollock, on a rage attack, threw a book about Picasso, yelling “ Damn it, this man took it all!”. Where did that book ended?
 
 
By Gregorio Vigil-Escalera Alonso, member of the AECA (Spanish Association of Art Critics). 2012

WENDY GUERRA, 2004, CUBA.

Olor Cero
Trabajo sobre la obra de Ulises González
 
“bastante tengo con luchar contra el olor de mi propia piel…”
Emilio Valeros (Loewe)
También por un pintor caminé diez largas cuadras, apurada y fuera de foco, atormentada detrás de un olor, era un hombre elegante que se apresuraba por la calle Yongue cerca del puerto en el centro mismo de Toronto. solo por sentir el óleo en estado puro corrí tras él, únicamente por ver si el óleo estaba fundido al heno depravado en manos de esa criatura extraña, capaz, muy capaz de matarme a sensaciones derrochadas desde un lienzo. Al final el pintor se me fue como una evaporación contra las fiebres, y lo encontré meses más tarde, lejos de todo, iluminada ante un cuadro de Ulises González en un ejercicio peligroso. Cierro y abro los ojos, lloro y respiro en el abismo de todas mis pérdidas.
¿Cuántos aromas usted distingue? Me pregunté al ver que El Ulises se derramaba con gotas gruesas sobre la cama de su hermana mayor. Se dice que los perfumistas conocen 2.000 esencias, pero es que Ulises conoce más, muchas más, me enloquece con la tactilidad de esos olores, me arranca esa primera virginidad que supo un día, desde el tallo, desmembrar el artista con su cuerpo en mí para siempre.
Estaba parada frente al lienzo en Monterrey. La bandera delataba que no olvidó el matutino con olor a saliva y a plastilina rusa, tampoco el suave jazmín que El Vedado nos regaló o nos desgajó jugando de manos en sus patios musgosos, las lágrimas en rojo otra vez me hacían llegar a ese nirvana que los perfumistas llaman: olor cero.
Luego de escapar a la “esencia” cubana, en las alquimias, nigromancias, hechizos, comprendiendo que la técnica eterniza el matrimonio de aceite o acrílico en la tela, tras ese amarre de toda la vida va la arrogancia de la forma. Parece sencillo el trazo de Ulises porque lo comprendes bien, estás tranquila, pero si te unta, caes. “No es solo lo que ves”hay piel y un expresionismo abstracto coqueteando conlo figurativo que hoy ya no nos atrevemos a nombrar, pero visto desde el modo donde es el expresionismo una manera de inclinar la medida de un cuadro desde la forma hacia la expresión del contenido, no hay dudas de que te proyecta y sacude enunciándose sin explicar.
Si darle cuerpo al nivel emocional del ojo avizor a través del colorido, las formas retorcidas, la composición agresiva despierta estas acciones a lo Jakson Pollock, me desnudo y bendigo tanta monumentalidad y tanto atrevimiento. Veo, debajo y con respeto, el tránsito en las enormes formas a gran escala de los años setenta cocinando todo el olor de Cuba y Guadalajara en un mismo jarro plateado. Veo que no hay miedo al color, no hay miedo al silencio cuando el oro deja espacio para resoplar, coger resuello y escalar sin prisa hasta el despeñadero aromático.
Su olfato está entrenado y el nuestro busca un sentimiento o un recuerdo que se desate tras la creación de una fragancia, aquella que te transporta a un gesto doloroso o a un arrebatado arranque de belleza. Nadie crea que es solo la naturaleza la que organiza la divinidad a su antojo, mucho menos en cuanto a aromas se refiere, abanica nuestras fuerzas, sí, pero allí va el artista prendiendo ese dolor en una caja de sándalos donde al parecer no cabe nada más, pero siempre hay lugar para un nuevo torso del que desatar un tifón de ambigüedad comprometido.
Como ya nada se organiza en mi cabeza, me alineo frente a la obra de Ulises, vienen a mi las siguientes ideas:
Respetando mi memoria olfativa encuentro primero, la picuala, la bandera, el deseo, la Fugue de Bach, su cuerpo menudo y fuerte en el asentamiento de una cultura breve pero sólida, su vida insertada en una cultura antigua en huesos jóvenes.
¿Qué es lo primero que has olido en tu vida? ¿Quién surgió primero: el perfumista o el pintor? ¿A qué huelen estos cuadros cuando se sacan enrollados del huacal? ¿A qué huelen las horas y las cenas con vino, más tarde, cuando manchado sale el artista del lugar, no del estado? No puede responderte, te embarra y no te escucha.
La diferencia entre el pintor y el perfumista es que el pobre perfumista no firma sus aromas, el pintor los firma, los nombra y los enclaustra ante su voluntad y contra su voluntad evaluando al mundo desde su talento.
Qué egoísta he sido todos estos años al querer retener, regresar un olor en mis paredes que ahora Ulises me dilata afinadísimo devolviéndome todo lo que me fue negado.
Repito el ejercicio, pero esta vez no corro detrás del hombre sino detrás del cuadro. Aspiro, siento, aprendo a oler de manera consciente y luego pensar aquello que decía
Dulce María Loynaz.
“Solamente el perfume no es la flor:
La flor es también, el tallo, es la hoja, y es, sobre todo, el amor a la flor.”
Estamos ante el acto de un nombramiento. Han curado los cuadros como quien cura la herida. Han curado el “damage” –ya tiene nombre, estuche, color, público, y precio–
las narices de los grandes olfateadotes huelen y corrigen los milímetros de cal en el diafragma de la galería.
Ya no corro porque Ulises me espera, respiro, me aterro, sé lo que abandonó y lo que recobra cada día. Sé lo que escucha mientras pinta. Mi adicción y su egoísmo copulan allí, no puede ser de otra manera en esta vida. Regreso maravillada, no sin antes virarme de espaldas porque el perfume mata, colgado para siempre mi sexo se abre en rojo, mis pies descalzos alcanzan la puerta en blanco y aprendo a componer mi memoria en la dependencia de estos trazos, mis axilas huelen a él, me voy, los dejo solos y colgados con mucha independencia. Libre como el olor en los metros, libre como el perfume de las galerías: barniz y lavanda, así huelen sus cuadros, así debe oler ella, su obra, seguramente así, entre la conservación museográfica y la frescura de los campos: Así huele ella, lo sé cuando observo en sus trazos la eternidad.
 
Wendy Guerra. Escritora.
La Habana,mayo 3 de 2004.
 
 
Scent Zero
A work about Ulises González artwork
 
“enough I have fighting against the smell of my own skin…” Emilio Valeros (Loewe)
Also because of a painter I walked ten long blocks, hurried and out of focus, tormented behind a smell, he was an elegant man that was hurried by the Yongue street near the portin the center itselfof Toronto.Only for feeling the oil in pure state I ran after him, only for seeing if the oil was fused unto thedepraved hay in the hands of that strange, capable creature, very capable ofkilling me with sensations bursting from a canvas. At the end, the paintor vanished like an evaporation against the fevers, and I found him months later, far from everything, illuminated before Ulises González’s work in a dangerous exercise.I close and open my eyes, I cry and breathe in the abyss of all my losses.
How many fragrances do you distinguish?I asked myself when I saw that The Ulises was spilling out with thick drops over the bed of his older sister.It is said that the perfumers know 2,000 essences, but Ulises knows more, many more, he drives crazy me with the tactility of those smells, riping off the first virginity that one day, since the stem, the artist dismembered with his body in me for ever.
I was standing before the canvas in Monterrey.The flag denounced that it has not forgotten the morning smell to saliva and Russian plasticine, neither the smooth jasmine that “El Vedado” gave us or segmented us playing with hands in its mossy patios, the tears in red were making me arrive once again to that nirvana that the perfumers call: scent zero.
After escaping from the “Cuban essence”, in the alchemies, necromancy, spells, understanding that the technique makes the marriage of the oil or acrylic in the fabric eternal, after that life time mooring goes the arrogance of the form.
The outline of Ulises seems simple because you understand it well, you are calm, but if it greases you, you fall. “is not only what you see” there is skin and an abstract expressionism flirting with the figurative things that we no longer dare to name, although from the approach where the expressionism is the way to incline a piece’s measurement from its form towards the expression of the content, there are no doubts that it casts you and shakes you, uttering itself without explaining.
If giving body to the emotional level of the eye spy through the color, the twisted forms, the aggressive composition wide-awake to these actions like Jakson Pollock, I undress and bless the monument vastness and dareness. I see, below and with respect, the transit in the enormous forms of the seventies on large scale cooking all the scent of Cuba and Guadalajara in the same silver pitcher. I see that there is no fear of the color, neither of the silence when the gold leaves space to puff heavily, to take deep breath and to climb without haste towards the aromatic cliff.
His sense of smell is trained and ours is in search for a feeling or a memory to unlash, after the creation of a fragrance, which transports you to a painful gesture or a sudden burst of beauty. Nobody believes that is only nature who organizes divinity at will, even less as far as scents concern, fans our forces, yes, but there goes the artist ignitin such pain in a box of sandalwood where nothing else seems to fit, but there is always place for a new torso to untie a commited typhoon of ambiguity from.
Since nothing is already organized in my head, aligning myself in front of the work of Ulises, the following ideas come to me:
Respecting my olfactory memory, first I find picuala, the flag, desire, Bach’s fugue, his slight and strong body in the establishment of a brief but solid culture, his life inserted in an old culture with young bones.
What is the first thing that you have smelt in your life?Who arose first: the perfumer or the painter?
What do these pictures smell like when they are taken rolled up from a wooden crate?What do the the hours smell like and the dinners with wine, later, when the stained artist comes out from the place, but not from the state?He cannot give you any answer, he plasters you and does not listen to you.
The difference between the painter and the perfumer is that the poor perfumer does not sign his fragrances, the painter signs, names and locks them at his will and against his will evaluating the world upon his talent.
How selfish I have been all these years wanting to retain, to return a smell in my walls that now Ulysses expands perfected giving everything that was denied back to me.
I repeat the exercise, but this time I do not run behind the man but behind the picture. I breathe, I feel, I learn to smell in a conscious way and then to think what Dulce María Loynaz said
“Only the perfume is not the flower: The flower is also the stem, it is the leaf, and it is, mainly, the love to the flower.”
We are before the act of an appointment. They have cured the pictures as who cures the wounds. They have cured the “damage” –It already has name, a case, color, public, and price– the noses of the great sniffers smell and correct the millimeters of lime in the diaphragm of the gallery.
I do not run any more because Ulises waits for me, I breathe, I get terrified, I know what he has abandoned and what he recovers every day.I know what he listens while paints.My addiction and his selfishness copulate there, It cannot be any different in this life.I Return astonished, but not before turning back because the perfume kills, hunged for ever my sex is opened in red, my barefoot feet reach the blank door and I learn how to fix my memory in the dependency of these lines, my armpits smell like him, I go, I leave them alone and hung with a great deal of independency.Free like the scent in the meters, free as the perfume of the galleries: varnish and lavender, thus his pictures smell, thus must she smell, his work, surely thus, among the museological preservation and the freshness of the fields: Thus she smells, I know it when I observe in its lines the eternity.
 
By Wendy Guerra, Writer. May 2004. Havana, Cuba.

TOMAS SANCHEZ,1990, CUBA MIAMI.

Paisajes

Cuando miro, por ejemplo, una de esas tapas de alcantarillas
pintadas con tanta fuerza por Ulises, no puedo detenerme en
la contemplación de las apariencias de superficies y volúmenes.
Inevitablemente me siento remitido a lo que está detrás, al
simple fluir oculto dentro de la alcantarilla y lo imagino
ligado a una extraña sensación de misterio.
 
Tomás Sánchez, La Habana, Cuba, 1990.
 
 
Landscapes
When I see an example of those sewer covers painted, by all that strength,
I can’t stop myself, contemplating the appearances, surfaces and bulks, inevitably,
I feel remitted down there, the simple hidden stream inside the sewer,
and I imagine it united to an estrange feeling of mystery.
 
By Tomás Sánchez. 1990. Havana, Cuba.

SPENCER THROCKMORTON, 1993, NEW YORK.

San Sebastian

Ulises González nació en La Habana, Cuba; ahí se recibió en la renombrada Academia de San Alejandro. Ahora reside, exiliado, en la ciudad de Guadalajara, en México. González pertenece a una nueva generación de artistas jóvenes nacidos en los 60’s que crecieron relativamente aislados del resto del mundo. Las limitaciones de su desarrollo social y cultural han impulsado a una parte de esta juventud cubana hacia la búsqueda de materiales de trabajo, de relaciones internacionales y el acceso a una información más amplia. Como resultado, un gran número de artistas han emigrado de su país en busca de una mayor plenitud espiritual artística. El tema subyacente en la pintura de González radica en esta inquietud de libertad artística y de identidad espiritual.
González ubica sus temas en una atmósfera que evoca el paso del tiempo y simultáneamente crea un espacio sagrado entre él y el espectador. Este espacio sirve al espectador para reflexionar sobre las horripilantes imágenes de pedazos de cuerpos heridos, mutilados, tasajeados y ensangrentados: la idea de la humillación de la carne como medio para lograr la trascendencia del alma. González subraya los efectos dramáticos de estas imágenes exageradas mediante acercamientos fragmentados del cuerpo en lugar de presentarle al espectador la figura entera. Así el espectador se obliga a confrontar la anatomía humana como paisaje de sufrimiento.
Algunos símbolos recurrentes en la iconografía católica, como el corazón sangrante o las partes desmembradas del cuerpo que se ven en los “milagros” – ángeles, mártires y Cristos – reaparecen aquí, transformados por un lenguaje crudo y expresionista . La carne transgredida y los cuerpos mutilados, bañados de sangre son en si mismos un símbolo poderoso de sufrimiento y del dolor. La fuerza de estas imágenes en la obra se ve aumentada por la escala del formato (generalmente de 2 x 2 metros) así como por la tensión que producen sus colores misteriosos.
El formato amplio y estilo expresionista nos remiten a ciertas influencias del Neo- Expresionismo Alemán: el uso de fondos oscuros que dan a los cuadros la sensación de aislamiento y desolación, de un tiempo irrecuperable. Esta oscuridad resulta en una calidad atmosférica de donde surgen las imágenes del “angst” existencial y universal.
Las referencias recurrentes a san Sebastián puntualizan frecuentemente la obra de González. Como santo patrón de los artistas, su martirio fue ser atado a un árbol y flechado hasta desangrarse. Los atributos de San Sebastián, las flechas y los clavos, representan no solo el sufrimiento agudo y prolongado y el triunfo sobre el dolor y la agonía, sino que simbolizan también la belleza masculina, la juventud y el erotismo. El misticismo que rodea a San Sebastián se asocia con el culto a la perfección física, a la virilidad , a la juventud. Es evidente esa fascinación y culto al cuerpo en la pintura de González. En su obra se yuxtaponen los cuerpos con la carne mutilada, desgarrada, cicatrizada, a una clara reverencia hacia la belleza carnal.
En la fisonomía de estas figuras se retrata la angustia mental que producen las vivencias de represión y de violencia. El simbolismo religioso que se asocia a la figura de los Mártires refleja la lucha universal de la humanidad por erradicar la represión. González no se limita a transmitirnos la oscuridad de la desesperación sino que ofrece al espectador la luz de la esperanza que emana en la luminosidad de la superficie de sus telas.
La pintura de González es un acto de redención íntima que lo libera a él y a la humanidad de las realidades inherentes a la represión espiritual y artística. La representación pictórica de estas imágenes corpóreas podría interpretarse como una lectura contemporánea del “ex – voto”, cuya misión era la exaltación del sufrimiento de la vida para al mismo tiempo mitigarlo. En este razonamiento, el acto de la pintura se convierte en un medio para acceder a la redención.
Al dotar a su obra de misticismo y religiosidad, González evita la idiosincrasia; estas imágenes agudas son universales. Con su referencia expresa a una realidad carnal y a la ansiedad de la actual condición humana, González se aproxima a una trascendencia casi chamanística.
 
Por Spencer Throckmorton, Nueva York, Marzo 1993.
 
 
San Sebastian
Ulises González was born in Havana, Cuba. A graduate of the famous Academia San Alejandro, he is currently residing in Guadalajara, Mexico where he live in exile González belongs to a new generation of young artists who were born in the 1960’s and grew up in relative isolation from the rest of the world. Lack of social and cultural exposure has created an urge in many young Cubans to seek art supplies, international contact and gain access to information. Consequently many artists have left their homeland in search of spiritual and artistic fulfilment. This quest for artistic freedom and spiritual identity is an underlying in González’ paintings.
González places his subject in an atmospheric setting evoking the passage of time as well as creating a sacred space between himself and the viewer. The function of this space enables the viewer to reflect on the horrific images of wounded, mutilated, pierced and bloody body parts, i.e.: mortification of the flesh as a passage way to transcendence of the soul. González underscores the dramatic effects of these blown up images with enlarged close-up views of body parts rather than presenting the viewer with a full figure. The viewer is forced into a confrontation with human anatomy as a landscape of suffering.
Recurring symbols of catholic imagery such as the bleeding heart, dismembered bodies found in small votive “milagros”, angels, martyrs and Christ are portrayed in a raw expressionistic style. The pierced flesh and mutilated bodies covered with blood are in themselves powerful symbols representing suffering and pain. In addition the strength of the work’s images is underscored by the large scale format (usually 2 x 2 meters) and by the tension of mysterious colours.
The large format and expressionistic style recall influences of the German Neo – Expressionists, employing the use of dark backgrounds to imbue the paintings with a sense of isolation and desolation, of a time – gone by. This darkness produces an atmospheric quality out of which the images emerge in universal existential angst.
Recurring references to Saint Sebastian frequently punctuate González’s work. The patron Saint of artists, he was martyred by being tied to a tree and pierced by arrows until he bled to death. Saint Sebastian and his attributes of arrows and spikes, not only represent enduring suffering and overcoming pain and agony, but also symbolizes male beauty, youth and eroticism. The mysticism surrounding Saint Sebastian is very much associated with the adoration of physical beauty, virility and youth. A fascination with and adoration of the body is evident in González’s paintings. He juxtaposes the scarred, slashed and mutilated flesh of the bodies with a clearly rendered reverence for carnal beauty.
The physiognomy of the figures portrayed represents the mental anguish experienced in situations of violence and repression. The religious symbolism associated with the ‘martyrs’ illustrated this universal struggle of humankind to overcome repression. Thus González does not merely present us with the darkness of despair, but offers the viewer the light of hope by creating a luminosity from within the canvas surface.
González paints as an act of personal redemption, freeing himself and humanity from the realities of spiritual and artistic repression. The depiction of these corporeal images can be read as a conversion of the human body into a contemporary version of an “ex- voto”, designed to show life’s suffering while at the same time overcoming it. The act of painting itself then becomes the means of accessing redemption.
Endowing the work with mysticism and religiosity, González creations avoid idiosyncracy ; the piercing images are universal. By expressing the flesh – bound realities and anxieties of the human condition, González reaches for shamanic transcendence.
 
By Spencer Throckmorton, March 1993, New York.

SILVIO RODRIGUEZ, 2004, CUBA

La Imagen
Glóbulos rojos, pétalos y cascos
de guayaba en almíbares de vulva,
anegan la extensión vociferante
donde el pintor adquiere su fantasma.
Con voz de réquiem por los bosques muertos,
sus ángeles consuelan
a las flores
y cual rey extraviado de su isla
en nocturno archipiélago recaba.
Así ingenuo y mortal, íntegro y roto,
mientras vuelve de sangres y frutales,
descansa de la muerte sobre un lienzo.
Miren su fuego de naturaleza,
su herrería botánica de auroras,
la imagen donde sobran las palabras.
 
Silvio Rodríguez, La Habana,7 de marzo, 2004.
 
 
The image
Red corpuscles, petals and helmets
of guava in vulva syrup,
flooding the extension and calling out
where the artist acquires its phantom.
With requiem voice throughout the dead forests,
its angels console the flowers
of which a lost king from its island
in nocturne archipelago seeks back.
As an ingenious and mortal, whole and broken,
while returning of bloods and fruits,
rests from the death over the canvas.
Look at his flame of nature,
his botanic blacksmith of dawns,
the image where words are superfluous.
 
By Silvio Rodríguez, March 2004. Havana, Cuba.

SANTIAGO ESPINOSA DE LOS MONTEROS, 2001, MEXICO.

Amantes al Azar
Ante la exposición AMANTES se cae en la cuenta de que lo que ahora tenemos ante nosotros es una nueva entelequia con rasgos propios, personalidad y singularidad determinadas muy diferentes a lo que no conocimos antes de que su autor, Ulises González (La Habana, Cuba, 1963), las despojara para siempre de sus rasgos originales. Me refiero a las mujeres que ocupan su pintura y la habitan desde una discreción casi monástica aceptando que aquellas referencias que antes las conformaban, fuesen omitidas en aras de una relación intensa y plena. Ellas son, seguramente, las amantes…
Todo cuanto sucede dentro del espacio ocupado por la pintura de Ulises González tiene una precisa, exacta razón por la cual está ahí. Me enfrento a sus retratos de mujeres a las que ha tapado el rostro. Todas son ellas mismas, tan coquetas y ocultas; tapada su identidad son ahora más la flor que añoran o la pena que cargan en forma de agresivos rayones de lápiz sobre sus ojos.
Es cierto que una de las maneras más socorridas de abordar el asunto de la identidad en el arte contemporáneo, ha sido justamente el deformar los signos más reveladores de aquel de quien se pretende ocultar su identidad. Eso le fue sencillo a los departamentos de policía que bloqueaban en las fotografías los ojos del infractor con un rectángulo negro, o a las televisoras que sobre las caras de los delincuentes o testigos ubican una zona desenfocada que impide ver con precisión sus facciones. Las emisoras de radio deforman las voces para hacerlas irreconocibles.
Pero todos esos seres se han quedado así, ocultos, son los que nunca conoceremos a cabalidad. No tienen más presencia ante nosotros que esos otros que fueron y no esos nuevos que son ahora. Ya vemos que lo importante no es ocultarles sino otorgarles nuevo ser. Lo significativo es no esa simple deformación, sino que al hacerlo se diga algo de esa persona encubierta, como es el caso de la historia completa y redondeada que nos cuentan piezas como Camelia, Eclipse, Un retrato al azahar, Magnolia y Margarita donde los personajes más que silenciados han sido transmutados. Al hacerlo, al intentar mudar ante nuestros ojos las facciones que dan la apariencia a alguien, se crea simultáneamente un nuevo ente, una nueva unidad con personalidad autónoma de la anterior que, por lo demás, nunca pudimos conocer antes de esa alteración.
Creo que este es uno de los asuntos vertebrales en la pintura de Ulises González: al acceder a ubicar frente a los personajes algunos de los recursos antes utilizados para sencillamente ocultarle, les otorga ahora nueva vida y personalidad, denunciando a un tiempo aquello que, a la distancia, vemos como parte integral y personalísima de cada una de las piezas.
Ya lo hizo antes con las lágrimas de sangre que salían del rostro de un bebé, o en el jugo rojo que salía de una naranja herida. De alguna manera y en otro terreno, lo hizo también con el dedo cortado que gritaba desde su nombramiento: Acúsame. Y es que este juego perspicaz entre lo nombrado y lo renombrado dan a su trabajo uno de los caracteres más singularmente poderosos haciéndonos mirar obras que lanzan nuestras posibilidades de lectura en vertientes que corren hacia muy diversas direcciones aunque todas ellas partiendo de una misma propuesta.
Es el caso de la serie de los Kisses en donde Ulises González juega también con el nombre del conocido chocolate y, más allá de la simple semántica verbal, aborda también la simbólica ubicando en su pintura al propio chocolate con su envoltura en papel plateado -a la que también oscurece según el propósito de la obra-, y la delgada etiqueta en la parte superior a la que ha sustituido la palabra Kisses por “Besos” o “Beso negro” (texto en un cuadro fuera de exposición).
Pero ejemplos importantes de esto se centran más en piezas tridimensionales como Pescando amores en donde los Kisses son mucho más que los únicos representantes del amor. Sería sencilla la transmutación de títulos y una elemental sustitución de los nombres de los chocolates como objetos que pudiesen representar algo más que la golosina. La red, esa malla plateada y esbelta, elegante llegando desde arriba y feroz y tierna mientras tiene dentro de sí a sus presas / besos, es a no dudarlo ese cuerpo de añoranza que de manera generosa nos muestra su interior y nos convida de su propio disfrute.
El beso, obra de 1996, es probablemente el antecedente más directo de esta serie de Kisses que ha llegado incluso a tener su “nieto” en piezas como Besos caídos (monólogo) de 2001. En ella, una gran boca, como otrora la encendida de varios años atrás, muestra sus dientes en un acto de mayor apertura de los labios (en el sentido literal y en el evocativo), mientras brotan kisses rojos que ruedan por los suelos ocupando buena parte de la sala.
Y vemos ahora sólo la boca, como en otras ocasiones únicamente el cabello o el contorno de un rostro. No podía ser de otra forma. Se trata de amantes, de personajes cuya identidad socialmente se ha ocultado para proteger a los protagonistas. Amar aún está prohibido. Amante es el culpable, los amorosos deben cubrir públicamente sus identidades para entregarlas a pAlenitud en privado, de manera secreta y que no por ello menos intensa y plena. Para que esta totalidad se cumpla, bastan las horas sociales de discreción compartida a cambio de las menos copiosas pero lúdicas y eróticamente dolorosas de la privacidad.
Seamos claros: un retrato al azahar no es en realidad azaroso. Cuando Ulises González nos pone frente a su obra comparte aquellos momentos íntimos que él ha seleccionado para renombrar a personajes y situaciones cuya identidad ha sido no cubierta ni escondida sino transmutada y reformada. Nos toca entender más que esa alteración, esa mudanza de nombre y rol, de rostro y actitud, de lo renombrado innombrable.
Un cuerpo ha sido cubierto de besos; un rostro es tapado por un Kiss de dimensiones descomunales; una red salva en un mar de rosas a los “amores” envueltos en papel plateado. Hay una iconografía de la seducción ocupada de lleno por flores, encajes, tocados y obsequios voluntariosamente kitsch. Un vestido enorme hecho con plata que a sus pies tenía espejos nos reflejaba en escorzo del mismo modo en el que nosotros mirábamos la pieza. ¿Cómo seremos vistos por estas nuevas obras de Ulises González? Seguramente hemos sido sorprendidos en nuestra pública manera de ocultarnos. Somos todos los amantes discretos que a la luz conservamos un rostro con facciones y momentos reconocibles. En la intimidad, hemos decidido darle otro nombre a las cosas. Como amantes sorprendidos, apenas y atinamos a mirar lo que nos descubre, revela y vuelve a dar un nuevo nombre.
 
Santiago Espinosa de los Monteros, México, D.F. octubre del 2001
 
 
Lovers at Random
Facing the exhibition LOVERS you realize that what you now have before you is a new entelechy with own features, personality and singularity determined very different to what we didn’t know until the author, Ulises González (Havana, Cuba 1963) would dispose them forever of their original features. I refer to those women who occupy his painting and inhabit it from an almost monastic discretion accepting that those references that conformed them before, were omitted for the sake of an intense and full relationship. They are, surely, the lovers…
All that happens inside the space occupied by the painting of Ulises González has a precise, exact reason to be there. I face his women portraits whose faces he has covered. They are all themselves, so flirtatious and concealed; covered their identity they are now more the flower that they crave or the pain they carry with the shape of aggressive pencil scratches over their eyes.
Certainly one of the most substantial ways of approaching the matter of identity in contemporary art, has been to deform the most revealing signs of those whose identity we seek to hide. Fact that came very simple to police departments who blocked in the pictures the eyes of the criminals with a black rectangle, or to the T. V. stations who placed a zone out of focus over the faces of the criminals or witnesses, forbidding us to see their factions accurately. The radio stations distort the voices to make them unrecognizable.
But all those beings have remained this way, hidden, they are those who we will never get to know completely. They do not have more presence before us than those who were and not the brand new ones they are now. We realize that the important thing is not to hide them, but to grant them a new being. The significance is, not that simple deformation, but rather in doing so, something of that hidden person can be said, Such is the case of the complete and rounded history that some pieces narrate like Camellia, Eclipse, A portrait at random, Magnolia and Margarita where the characters instead of silenced have been transmuted. While doing it, when trying to mute in front of our eyes the features that give the appearance to somebody it is simultaneously being created a new entity, a new unit with autonomous personality of the previous one that, apart from this, we could never know before the alteration.
I believe that this is one of the core matters in the painting of Ulises González: when consenting to locate in front of the characters some of the resources used before to simply hide them, it grants them now a new life and personality, denouncing at the same time what, at the distance, we see like an integral and very personal part of each one of the pieces.
He did it before with bloody tears rolling over the face of a baby, or in the red juice that came out from a wounded orange. Somehow and in another field, he also made it with the cut finger that screamed its entitlement: ACCUSE ME. And it is this perspicacious game among the named and the renamed, that gives to his work one of the most powerful characters, making us look in to pieces that launch our possibilities of lecture in ways that run towards diverse directions in spite that all these come from the same proposal.
In the kisses series where Ulises González also plays with the name of the well-known chocolate and, beyond the simple verbal semantics, he also approaches the symbolisms, placing into his painting the chocolate itself with its silver paper wrap, -which he also darkens according to the purpose of the piece-, and the thin label in the top in which he has replaced the word kisses for “ Besos “ or “Beso Negro” (text of a piece out of exhibition).
Important examples of this are more centered around three-dimensional pieces such as “Capturing loves” where the kisses are much more than the only representatives of love. The transmutation of titles would be simple and an elementary substitution of the names of the chocolates like objects that can represent something more than just some sweet. The net, that silver and slender, elegant mesh, arriving from above ferocious and tender, while it has inside its preys/kisses, without doubt the craved body shows us its interior in a generous way and invites us to enjoy its delightfulness.
The kiss, a piece of 1996, is probably the most direct antecedent of this kisses series that ended up in having its “ grandson “ in pieces like fallen Kisses (monologue) of 2001. In this piece, a great mouth, like the previous lit of several years before, it shows its teeth in an opening act of wide lips (in the literal and evocative sense), while red kisses burst and rotate all over the floor occupying good part of the room.
Now we see just the mouth, like in other occasions only the hair or the contour of a face. It could not be any other way. We are dealing with lovers, characters whose identity has been socially hidden to protect the main protagonist. To love is still forbidden. Lover is the culprit, the loving ones should cover their identities in public to give them with fullness in private, in a secret way, but not less whole and intense. So that this entirety can be completed, sufficient are the social hours of discretion shared in exchange for the less plentiful but ludicrous and erotically painful in privacy.
Let us be clear: a random portrait is not in fact casual. When Ulises González places us in front of his work he shares those intimate moments that he has selected to rename the characters and situations whose identity has been not covered neither hidden but transmuted and reformed. It is on us now to understand more than that alteration, than that moving of name and role, of face and attitude, of that unspeakable renamed.
A body has been covered with kisses; a face is covered by a Kiss of enormous dimensions; a net saves in an ocean of roses the “loves” wrapped in silver paper. There is an iconography of seduction fully occupied by flowers, fittings, headdresses and gifts voluntarily kitsch. An enormous dress made with silver that had mirrors at its feet reflected us a foreshortening in the same way we looked at the piece. How will we be seen by these new works of Ulises González? We have surely been surprised in our public way of hiding. We are all the discreet lovers that conserve a face with factions and recognizable moments to the light. In the intimacy, we have decided to give another name to things. As surprised lovers, we hardly hit upon to look at what discovers, reveals and renames us again.
 
By Santiago Espinosa de los Monteros. October 2001. México, D.F.

RUFO CABALLERO,1990, CUBA.

¿Cultura Undergroun?
La pintura de Ulises González (Licenciado en Geografía y estudiante de San Alejandro) posee referente más precisos en la realidad. Ya se sabe que desde el siglo pasado la calle y la ciudad adquieren un marcado protagonismo en el arte, recordar tan solo Crimen y Castigo o algunos carteles de Toulouse, pero desde entonces muy pocos autores se han detenido como Ulises en estos espacios citadinos que pisamos todos los días, pero que por lo mismo no vemos nunca. Él explora las alcantarillas, desagües, acueductos hasta prolongar la serie de tema y variaciones ad-infinitum, siempre con intencionalidad polisémicas: ¿crítica a la urbanización?, ¿diagnóstico físico de la ciudad?, ¿complejas metáforas?, ¿simples pretextos para el oficio?, En cualquier caso Ulises no pretende regular la capacidad de sugerir, estimular y motivar que despiertan sus obras. El egregio Tomás Sánchez, por ejemplo, se siente “remitido a lo que está detrás” a esa mística del mundo subterráneo y del correr de las aguas que tanto ha semantizado más de una religión. Dichas lecturas abiertas se apoyan en el carácter señalizador, que no descriptivo, de los signos y hasta en el nivel de abstracción de los títulos.
En el caso de Ulises se integra otro factor responsable de ese éxito precoz, sabe escuchar, sabe percibir oportunamente cuando su producción recaba ciertos giros; así valoriza las evaluaciones en torno a su aplicación del color y puede aceptar como las zonas más logradas las monocromas o esas otras sutiles y delicadas transparencias.
 
Por Rufo Caballero, Diciembre 1990. La Habana Cuba.
 
 
¿Underground Culture?
Ulises Gonzalez´s, renowned artist and student of San Alejandro´s geography division, illustrates precious elements of reality itself. Since last century, the city landscape and street images have gained importance on art, as an example we can remember “Crime and Punishment” or some of Toulouse´s images. But since them, very few authors have stopped and paid attention in these details of our daily city life which are sometimes for granted. He explores common urban elements such as sewers and adds up his personal variations, raising in our mind interrogations such as “Does he criticizes urban life? Is his work a complex metaphor? Is it just a simple justification for his work?” In any given case, ULISES work stimulates our senses.
The illustrious Tomas Sanchez feels attracted to what´s behind the scene of the mystical underground world and the symbolism behind flowing water that so many religions have used as images. In ULISES case, an extra factor is added creating a special and unique success: he knows how to listen, portrays precisely when his work takes an unexpected turnaround, and values the effect of color in monochromatic zones and of delicate transparencies.
 
By Rufo Caballero, December 1990. La Habana, Cuba.

RICARDO DUARTE, 2004,MEXICO.

¿Te querré como entonces
alguna vez? ¿Qué culpa
tiene mi corazón?
Si la nieba se esfuma,
¿qué otra pasión me espera?
¿Será tranquila y pura?
¡¡Si mis dedos pudieran
deshojar a la luna!!
Federico García Lorca (10 de Nov. 1919)
 
En Ego, Ulises González constata la extraordinaria y profesional forma que caracterizan a cada una de las múltiples muestras que nos ha brindado desde su llegada a México en 1991. En ellas se ha mostrado como un artista capaz de desarrollar una clara reflexión estética de los temas que ha abordado. De ahí que, Ego se suma con ese carácter analítico y poético de contar historias.
Escudriñando en la personalidad del creador podemos encontrar en el ego la unidad dinámica que constituye al individio consciene de su propia identidad y el mundo que le rodea; según Jung “es el punto focal de conciencia”, para el artista es el receptáculo de la identidad que da sentido a la vida.
En el desarrollo de esta nueva entrega, Ulises contiene toda esa carga gestual en el manejo técnico que lo ha caracterizado donde lo corpóreo qeda manifiesto al usar el carbón y el óleo directamente con las manos sobre el lienzo otorgándole esa sensualidad propia de su obra.
En palabras del propio Ulises y que por supuesto comparto: el mejor estado del hombre es el estar enamorado y es quizás ese uno de los puntos de origen, del que emana la energía que hace posible el proceso creativo. Pero no solo ello, la energía que provoca ese estado antagonista agonía-éxtasis, dolor-placer, queda de manifiesto en el remolino de grafismos que nubla la razón en el espectador, convirtiéndole en cómplice. Haciendo lo universal personal y viceversa. Muchas de las historias de los grandes personajes del arte, están fincadas en la pasión y sus obsesiones… creo que, Ulises no escapa a esta envidiable circunstancia.
Como en su anterior muestra titulada Olores recurre a relatar, como si se tratara de un cortometraje sobre lienzos, esos significativos instantes captados por la lente, para llevar al espectador de cuadro en cuadro a entretejer una historia con infinidad de lecturas, imprimiendo a través de pequeñas líneas horizontales sensaciones vertiginosas, pero que en todo momento el expectante mantiene el control.
Si observamos con detenimiento la serie de piezas que integran Ego, podemos percibir como el dibujo deja atrás la perfección académica de la escuela rusa, característica de los pintores cubanos, en Ulises pasa a un plano secundario donde el trazo es simplemente una sugerencia para que las distintas tonalidades del carbón actúen como acentos del discurso estético convertido en poesía.
Los rojos del óleo en esta depurada paleta se convierten simplemente en un recurso en apoyo al subtexto, sin restarle fuerza a la monocromía sobre el blanco lienzo. La síntesis formal de elementos responde a una característica del artista ya mostrada en anteriores exposiciones, los cuales hacen posible abordar la obra desde una perspectiva distinta, digamos es como en el cine cuando se tiene en una escena la posibilidad de grabar con mas de una cámara un mismo instante; o en la ópera, el punto climático de prolongar la agonía de la muerte del personaje principal como en Carmen de Bizet, Violeta en la Traviata de Verdi o Desdémona en Otelo donde el tiempo se transforma y se resignifica ante el espectador otorgando una variead de tonalidades y texturas de la muerte, a lo largo del desarrollo del área en cuestión, que permiten de igual forma en la obra de Ulises, internarse en un proceso analítico mayor, enriqueciendo la experiencia del ver, para poder decir que hemos vivido la obra.
Finalmente podría decir de Ulises, que es un gran seductor ya que logra que la mirada del espectador se regodee en los detalles que logran detener el virtual movimiento, en puntos focales llenos de erotismo que seducen al voyeur que llevamos dentro. Es inevitable disfrutar ese instante en el que el espectador se deja tocar sin atavismos ni prejuicios por la magia que seduce en la obra de Ulises González.
 
Ricardo Duarte, Director del Museo Raúl Anguiano, Guadalajara, México.
Crítico y Curador de Arte Contemporáneo.

RAQUEL TIBOL,1996, MEXICO.

La Nueva Subjetividad de Ulises
En los cinco años que el cubano Ulises González lleva viviendo en México su tendencia transvanguardista ha definido mejor su iconografía y los atributos estéticos de sus pinturas se han depurado.
Con desenfado se apropia de símbolos consagrados en la religión cristiana para metaforizar sobre sus propias angustias y burlarse de sus propias confusiones.
Como un manifiesto puede interpretarse su autorretrato de 1994. Al titularlo “Te amo” confiesa su narcisismo. La corona de rosas en vías de marchitarse que cae y amenaza con enturbiar su mirada triste, alegoriza la pérdida definitiva y dolorosa de una virginidad espiritual. A partir de esta alegoría sus composiciones harán constante referencia a un quebrantado goce de vivir, quebranto provocado por el alejamiento del solar nativo. Así lo confiesa en “No me olvides”, donde muestra su cuerpo desnudo y sangrante emergiendo de una bandera cubana anudada como manto sagrado en torno a su vientre, en medio de un lecho de esas a flores llamadas justamente Nomeolvides.
La corona de rosas del rosario mariano vuelve a aparecer en “A tu memoria”. Aquí las rosas amarillas descansan en un paño rojo ondulado como mar de sangre para señalar que la virginidad original de los años tempranos podría naufragar en el torrente de una vida atormentada y desenraizada.
Si en la devoción mariana, el espejo sin mancha se musita en la letanía junto al pozo de aguas, la puerta del cielo, la palma, la fuente del huerto, en el “Espejo” de Ulises (representado de manera ambigua como un plato que espera la cabeza de un Bautista) lo inmaculado se empaña con el reflejo de un corazón sangrante.
Con sátira digna del mejor arte pop, Ulises cercenó con “Acúsame” el dedo que denuncia, el dedo del que delata, el dedo del intransigente.
“Del hierro bendito” y “De la mano de Dios” son dos estrofas de la misma historia trágica traducida a imágenes. Aquí el clavo divino ha sido convertido en arma de terrenas desgracias que primero hiere y después provoca un fatal desfallecimiento. En ambas pinturas los marcos de tela completan la alegoría. En el primero el dorado brillante indica la gloria de una existencia que será arrebatada. En el otro, rosas marchitas fueron prendidas al terciopelo rojo que rodea la mano del que agoniza.
Terciopelo rojo y rosas marchitas se integran también a “De todo corazón”, una de las obras más desparpajadas del actual conjunto ulisiano: la escultopintura del corazón negro dibujado y modelado por presión de aire en una tela de plástico, dorado. El buscado kitsch se subraya con cuerdas doradas terminadas en borlas, las cuales amarran el monumental corazón en relieve. Ulises González fuerza en esta pieza los limites y logra comprobar que aún con elementos cursis se puede enunciar el drama.
Soluciones familiares a la anterior pueden encontrarse en “Cúmulo” y “Lazo”. En ambas pinturas el elemento central es una nube de gran masa que en un caso gotea sangre y en el otro tiene múltiples rosas blancas clavadas en su cuerpo etéreo mientras que a su alrededor giran vertiginosamente pimpollos rojos. La continuidad de la idea queda confirmada porque en ambos casos el artista usó rosas de metal dorado para enmarcar- rematar deberíamos decir- el discurso poético visual.
Singular es el juego semántico que Ulises propone con la naranja. El rescate de la figura verbal media naranja con significado de el otro, el ser adecuado, el que se acomoda a nosotros, lo llevó a colocar una media naranja sangrante junto a un desnudo masculino hercúleo, con lo cual deslinda de manera ambigua a la vez que directa el manoseado tema de las preferencias sexuales.
Una media naranja a medio pelar, con gotas de sangre como dato humano, representa en estos ejercicios de transferencia el “Desnudo” del otro ser, el de la conjugación amorosa esencial.
Conviene insistir en que las simbolizaciones de Ulises no tienen sentido mitológico. Las referencias a la iconografía cristiana le sirven para dar cuenta de su propia tormenta interior, de sus vivencias antagónicas, expresadas también a través de chorreados y los empastes de la materia plástica que al estar ahí evocan el fluir de la vida.
En vez de citar obras del pasado, como otros transvanguardistas, Ulises ha buscado la compañía de los signos marianos y los traduce con audacia a su propia medida y su individualidad.
 
Por Raquel Tibol, México, DF, Mayo de 1996.
 
 
The New Subjectivity of Ulises
In the five years that the Cuban Ulises González has been living in Mexico his vanguardist tendency has defined his iconography better and the aesthetic attributes of his paintings have been purified.
With naturalness he appropriates symbols consecrated in the Christian religion to metaphorize about his own anguishes and to make fun of his own confusions.
As a manifesto his self-portrait of 1994 can be interpreted. When titling it “I love You” he confess his narcissism. The crown of roses nearly withered that falls and threatens to muddle his sad look, allegorizes the definitive and painful loss of a spiritual virginity. Starting from this allegory his compositions will make constant reference to a smashed enjoyment of living, smash caused by the estrangement from the native plot. He confess this way in “Don’t forget about me”, where he shows his naked and bleeding body emerging from a Cuban flag knotted as sacred cloth around his belly, among a bed of those flowers called precisely Nomeolvides.
The crown of roses of the rosary appears again in “To your memory”. Here the yellow roses rest in a wavy red cloth that seems a sea of blood to point out that the original virginity of the early years could shipwreck in the torrent of a tormented and rootless life.
If in the devotion for Virgen Mary, the mirror without a stain is mumbled in the litany next to the well of waters, the door of the sky, the palm, the fountain of the orchard, in the “Mirror” of Ulises (represented in an ambiguous way as a plate waiting for the head of a Baptist) the immaculate gets steamed with the reflection of a bleeding heart.
With satire worthy of the best pop art, Ulises reduced with “Accuse me” the finger that denounces, the finger of he who accuses, the finger of the intransigent one.
“Of blessed iron” and “From God’s hand” are two verses of the same tragic history translated to images. Here the divine nail has been transformed into weapon of terrestrial misfortunes that first hurts and later causes a fatal faintly. In both paintings the cloth frames complete the allegory. In the first one the brilliant gilding indicates the glory of an existence that will be snatched. In the other one, withered roses were fastened to the red velvet that surrounds the hand of whom is in death agony.
Red velvet and wither roses also integrate “Of all heart”, one of the most careless pieces of the current ulisian collection: the paint-sculpture of the black heart and modeled by air pressure in a golden plastic cloth. The hunted kitsch is underlined with golden strings with tassels, which tie the monumental heart in relief. Ulises González forces the limits in this piece and manages to check that still with affected tawdry elements you can enunciate the drama.
Solutions related to the previous one can be in “ Heap “ and “Rope”. In both paintings the central element is a huge cloud dripping blood in a case and in the other has multiple white roses nailed in its ethereal body while red rosebuds vertiginously rotate on its surroundings. The continuity of the idea is confirmed because in both cases the artist used roses of golden metal to frame – to finish off we should say – the visual poetic speech.
Singular it is the semantic game that Ulises proposes with the orange. The rescue of the verbal figure half orange with meaning of the other one, the appropriate being, the one who matches for us, led him to place a half bleeding orange next to a herculean masculine nude, with which he delimits an ambiguous and at the same time direct way the pawed topic of sexual preferences.
A half-peeled half orange, with blood drops as a human fact, represents in these transfer exercises the “Nude” of the other being, the one of the essential loving conjugation.
Suits to insist that Ulises symbolizations don’t have mythological sense. The references to the Christian iconography are useful for him to speak for his own interior storm, of his antagonistic experiences, also expressed through the drippings and the fillings of the plastic material which evoke the flowing of life when being there.
Instead of mentioning past works, as other vanguardists, Ulises has looked for the company of the Catholic signs and translates them with audacity to his own measure and individuality.
 
By Raquel Tibol, May 1996, México, D.F.

NORMA NIURKA,2006, EL NUEVO HERALD, MIAMI.

Ulises González y su oda al amor
Por Norma Niurka, Diciembre 2007, El Nuevo Herald, Miami, USA.

Ego ha sido flechado por una rosa. La flecha ha dado en el blanco en la misma boca de Ego, quien, al sentirla, comienza a desnudarse junto a ella. Cuando la rosa siente que las manos de Ego la tocan, deja caer sus pétalos, que van tiñéndose de rojo y cayendo a los pies de Ego.
Esto que relato no es una escena teatral ni un performance sino la descripción que hace el pintor Ulises González de los cuadros que integran la serie del personaje Ego, de su creación. El representa su versión libre de la tradición de deshojar la margarita, versión en la que impera lo afirmativo (“me quiere, me quiere, me quiere”), que no deja lugar a dudas en cuanto al amor que se cuestiona. Estas pinturas integran la serie, exposición más reciente del artista cubano residente en México desde 1991, compuesta por 12 inmensos lienzos ejecutados en carboncillo y óleo sobre tela. Los formatos son enormes, dice, porque es enorme el ego. Es la forma jocosa de expresión en el drama, una constante en la obra de Ulises, que en su expresionismo figurativo contiene elementos del pop art y el kitsh.
Si sus anteriores series mostraban pasiones íntimas, como Olores (exposición de 2004 en México que inspiró un poema al cantautor Silvio Rodríguez), en Ego los códigos se trasladan a un sentimiento universal.
“La idea es hacer una oda al amor, tratar acerca de lo importante que es querer y dar amor”, explica Ulises, quien inaugura esta noche su exposición en el Centro Cultural de México en Miami como actividad extra de Art Basel. “Siempre había querido hacer algo relacionado con El Ruiseñor y la rosa de Oscar Wilde. Después que empecé a hacer ésta serie, en alguna parte de mi subconsciente salió, me acorde el cuento lo veo como un homenaje a tan admirado escritor”.
Las obras de este artista de 43 años figuran en el Museo de Bellas Artes de La Habana, Museo de las Artes de Guadalajara; y en colecciones en Europa, Latinoamérica y Estados Unidos; así como en residencias de artistas y personalidades como Gloria y Emilio Estefan, Verónica Castro, el príncipe Egon Von Furstenberg , Fundación Tomás Sánchez, etc. En 1999 su arte llegó a París, donde se vendió toda su obra en la FIAC y una de las instalaciones Vanidad, fue usada por una cantante de opera rock en este prestigioso recinto de La Opera .
Ulises llegó a México con una invitación de dos meses para una exposición que nunca llegó a darse, sin embargo, esa mirada fuera de la isla cambio su vida para siempre. “No tenía intensiones de quedarme, nunca pensé en irme mientras mis padres vivieran, pero ya habían muerto y no había nada que me atara a Cuba, pensé que en México había opciones para desarrollar una carrera”.
Cuatro años antes se había graduado en su país de Geografía Física, primer expediente de su curso, llevaba 15 días de trabajo en el Instituto de Geografía de La Academia de Ciencias de Cuba (su primer y último empleo en esa materia), cuando el director lo expulsó por injustas razones ideológicas, “dijo que yo me vestía con ropa extranjera y que me negué a hacer trabajo voluntario, yo usaba jeans y manillas tejidas en la muñeca, y cuando no quise ir tres meses al campo que solo iría un mes, me botaron del instituto”.
El revés resultó afortunado y llevó a Ulises a desarrollar su vocación artística que le hizo ganar lauros (premios y menciones en concursos nacionales y en su primera exposición, en 1990, el apadrinamiento de Tomás Sánchez) para convertirse después en un triunfador.
En 1991, después de vivir 6 meses en el D.F. se mudó a Guadalajara, donde encontró la calidad de vida que buscaba. “México es un país lleno de arte y calidez humana, Guadalajara tiene un clima maravilloso y mucha vegetación, allí uno se toma el tiempo para vivir, te relacionas los amigos, disfruto las visitas, me encanta invitar a mi casa”.
En su país adoptivo, la paleta del cubano encontró diversidad de colores y asuntos, su pintura en donde predominaban los grises, evoluciono hacia un gran colorido e influencia mexicana, especialmente la religiosidad.
Su nacionalidad está presente en el óleo No me olvides, donde aparece un Cristo envuelto en una bandera cubana rodeado de “No me olvides”(la flor). La obra pertenece a la impactante serie De todo corazón, de 1996, donde se ve la tradición mexicana y un gran corazón dorado, el milagro al que se le piden favores, “Lo hice en tela dorada acolchonada, con elementos colgantes, sogas, terciopelo, borlas, es una denuncia al drama con algo muy kitsh, es un gran milagro para un gran favor, que todo vaya bien y se ha cumplido”.