WENDY GUERRA, 2004, CUBA.

Olor Cero
Trabajo sobre la obra de Ulises González
 
“bastante tengo con luchar contra el olor de mi propia piel…”
Emilio Valeros (Loewe)
También por un pintor caminé diez largas cuadras, apurada y fuera de foco, atormentada detrás de un olor, era un hombre elegante que se apresuraba por la calle Yongue cerca del puerto en el centro mismo de Toronto. solo por sentir el óleo en estado puro corrí tras él, únicamente por ver si el óleo estaba fundido al heno depravado en manos de esa criatura extraña, capaz, muy capaz de matarme a sensaciones derrochadas desde un lienzo. Al final el pintor se me fue como una evaporación contra las fiebres, y lo encontré meses más tarde, lejos de todo, iluminada ante un cuadro de Ulises González en un ejercicio peligroso. Cierro y abro los ojos, lloro y respiro en el abismo de todas mis pérdidas.
¿Cuántos aromas usted distingue? Me pregunté al ver que El Ulises se derramaba con gotas gruesas sobre la cama de su hermana mayor. Se dice que los perfumistas conocen 2.000 esencias, pero es que Ulises conoce más, muchas más, me enloquece con la tactilidad de esos olores, me arranca esa primera virginidad que supo un día, desde el tallo, desmembrar el artista con su cuerpo en mí para siempre.
Estaba parada frente al lienzo en Monterrey. La bandera delataba que no olvidó el matutino con olor a saliva y a plastilina rusa, tampoco el suave jazmín que El Vedado nos regaló o nos desgajó jugando de manos en sus patios musgosos, las lágrimas en rojo otra vez me hacían llegar a ese nirvana que los perfumistas llaman: olor cero.
Luego de escapar a la “esencia” cubana, en las alquimias, nigromancias, hechizos, comprendiendo que la técnica eterniza el matrimonio de aceite o acrílico en la tela, tras ese amarre de toda la vida va la arrogancia de la forma. Parece sencillo el trazo de Ulises porque lo comprendes bien, estás tranquila, pero si te unta, caes. “No es solo lo que ves”hay piel y un expresionismo abstracto coqueteando conlo figurativo que hoy ya no nos atrevemos a nombrar, pero visto desde el modo donde es el expresionismo una manera de inclinar la medida de un cuadro desde la forma hacia la expresión del contenido, no hay dudas de que te proyecta y sacude enunciándose sin explicar.
Si darle cuerpo al nivel emocional del ojo avizor a través del colorido, las formas retorcidas, la composición agresiva despierta estas acciones a lo Jakson Pollock, me desnudo y bendigo tanta monumentalidad y tanto atrevimiento. Veo, debajo y con respeto, el tránsito en las enormes formas a gran escala de los años setenta cocinando todo el olor de Cuba y Guadalajara en un mismo jarro plateado. Veo que no hay miedo al color, no hay miedo al silencio cuando el oro deja espacio para resoplar, coger resuello y escalar sin prisa hasta el despeñadero aromático.
Su olfato está entrenado y el nuestro busca un sentimiento o un recuerdo que se desate tras la creación de una fragancia, aquella que te transporta a un gesto doloroso o a un arrebatado arranque de belleza. Nadie crea que es solo la naturaleza la que organiza la divinidad a su antojo, mucho menos en cuanto a aromas se refiere, abanica nuestras fuerzas, sí, pero allí va el artista prendiendo ese dolor en una caja de sándalos donde al parecer no cabe nada más, pero siempre hay lugar para un nuevo torso del que desatar un tifón de ambigüedad comprometido.
Como ya nada se organiza en mi cabeza, me alineo frente a la obra de Ulises, vienen a mi las siguientes ideas:
Respetando mi memoria olfativa encuentro primero, la picuala, la bandera, el deseo, la Fugue de Bach, su cuerpo menudo y fuerte en el asentamiento de una cultura breve pero sólida, su vida insertada en una cultura antigua en huesos jóvenes.
¿Qué es lo primero que has olido en tu vida? ¿Quién surgió primero: el perfumista o el pintor? ¿A qué huelen estos cuadros cuando se sacan enrollados del huacal? ¿A qué huelen las horas y las cenas con vino, más tarde, cuando manchado sale el artista del lugar, no del estado? No puede responderte, te embarra y no te escucha.
La diferencia entre el pintor y el perfumista es que el pobre perfumista no firma sus aromas, el pintor los firma, los nombra y los enclaustra ante su voluntad y contra su voluntad evaluando al mundo desde su talento.
Qué egoísta he sido todos estos años al querer retener, regresar un olor en mis paredes que ahora Ulises me dilata afinadísimo devolviéndome todo lo que me fue negado.
Repito el ejercicio, pero esta vez no corro detrás del hombre sino detrás del cuadro. Aspiro, siento, aprendo a oler de manera consciente y luego pensar aquello que decía
Dulce María Loynaz.
“Solamente el perfume no es la flor:
La flor es también, el tallo, es la hoja, y es, sobre todo, el amor a la flor.”
Estamos ante el acto de un nombramiento. Han curado los cuadros como quien cura la herida. Han curado el “damage” –ya tiene nombre, estuche, color, público, y precio–
las narices de los grandes olfateadotes huelen y corrigen los milímetros de cal en el diafragma de la galería.
Ya no corro porque Ulises me espera, respiro, me aterro, sé lo que abandonó y lo que recobra cada día. Sé lo que escucha mientras pinta. Mi adicción y su egoísmo copulan allí, no puede ser de otra manera en esta vida. Regreso maravillada, no sin antes virarme de espaldas porque el perfume mata, colgado para siempre mi sexo se abre en rojo, mis pies descalzos alcanzan la puerta en blanco y aprendo a componer mi memoria en la dependencia de estos trazos, mis axilas huelen a él, me voy, los dejo solos y colgados con mucha independencia. Libre como el olor en los metros, libre como el perfume de las galerías: barniz y lavanda, así huelen sus cuadros, así debe oler ella, su obra, seguramente así, entre la conservación museográfica y la frescura de los campos: Así huele ella, lo sé cuando observo en sus trazos la eternidad.
 
Wendy Guerra. Escritora.
La Habana,mayo 3 de 2004.
 
 
Scent Zero
A work about Ulises González artwork
 
“enough I have fighting against the smell of my own skin…” Emilio Valeros (Loewe)
Also because of a painter I walked ten long blocks, hurried and out of focus, tormented behind a smell, he was an elegant man that was hurried by the Yongue street near the portin the center itselfof Toronto.Only for feeling the oil in pure state I ran after him, only for seeing if the oil was fused unto thedepraved hay in the hands of that strange, capable creature, very capable ofkilling me with sensations bursting from a canvas. At the end, the paintor vanished like an evaporation against the fevers, and I found him months later, far from everything, illuminated before Ulises González’s work in a dangerous exercise.I close and open my eyes, I cry and breathe in the abyss of all my losses.
How many fragrances do you distinguish?I asked myself when I saw that The Ulises was spilling out with thick drops over the bed of his older sister.It is said that the perfumers know 2,000 essences, but Ulises knows more, many more, he drives crazy me with the tactility of those smells, riping off the first virginity that one day, since the stem, the artist dismembered with his body in me for ever.
I was standing before the canvas in Monterrey.The flag denounced that it has not forgotten the morning smell to saliva and Russian plasticine, neither the smooth jasmine that “El Vedado” gave us or segmented us playing with hands in its mossy patios, the tears in red were making me arrive once again to that nirvana that the perfumers call: scent zero.
After escaping from the “Cuban essence”, in the alchemies, necromancy, spells, understanding that the technique makes the marriage of the oil or acrylic in the fabric eternal, after that life time mooring goes the arrogance of the form.
The outline of Ulises seems simple because you understand it well, you are calm, but if it greases you, you fall. “is not only what you see” there is skin and an abstract expressionism flirting with the figurative things that we no longer dare to name, although from the approach where the expressionism is the way to incline a piece’s measurement from its form towards the expression of the content, there are no doubts that it casts you and shakes you, uttering itself without explaining.
If giving body to the emotional level of the eye spy through the color, the twisted forms, the aggressive composition wide-awake to these actions like Jakson Pollock, I undress and bless the monument vastness and dareness. I see, below and with respect, the transit in the enormous forms of the seventies on large scale cooking all the scent of Cuba and Guadalajara in the same silver pitcher. I see that there is no fear of the color, neither of the silence when the gold leaves space to puff heavily, to take deep breath and to climb without haste towards the aromatic cliff.
His sense of smell is trained and ours is in search for a feeling or a memory to unlash, after the creation of a fragrance, which transports you to a painful gesture or a sudden burst of beauty. Nobody believes that is only nature who organizes divinity at will, even less as far as scents concern, fans our forces, yes, but there goes the artist ignitin such pain in a box of sandalwood where nothing else seems to fit, but there is always place for a new torso to untie a commited typhoon of ambiguity from.
Since nothing is already organized in my head, aligning myself in front of the work of Ulises, the following ideas come to me:
Respecting my olfactory memory, first I find picuala, the flag, desire, Bach’s fugue, his slight and strong body in the establishment of a brief but solid culture, his life inserted in an old culture with young bones.
What is the first thing that you have smelt in your life?Who arose first: the perfumer or the painter?
What do these pictures smell like when they are taken rolled up from a wooden crate?What do the the hours smell like and the dinners with wine, later, when the stained artist comes out from the place, but not from the state?He cannot give you any answer, he plasters you and does not listen to you.
The difference between the painter and the perfumer is that the poor perfumer does not sign his fragrances, the painter signs, names and locks them at his will and against his will evaluating the world upon his talent.
How selfish I have been all these years wanting to retain, to return a smell in my walls that now Ulysses expands perfected giving everything that was denied back to me.
I repeat the exercise, but this time I do not run behind the man but behind the picture. I breathe, I feel, I learn to smell in a conscious way and then to think what Dulce María Loynaz said
“Only the perfume is not the flower: The flower is also the stem, it is the leaf, and it is, mainly, the love to the flower.”
We are before the act of an appointment. They have cured the pictures as who cures the wounds. They have cured the “damage” –It already has name, a case, color, public, and price– the noses of the great sniffers smell and correct the millimeters of lime in the diaphragm of the gallery.
I do not run any more because Ulises waits for me, I breathe, I get terrified, I know what he has abandoned and what he recovers every day.I know what he listens while paints.My addiction and his selfishness copulate there, It cannot be any different in this life.I Return astonished, but not before turning back because the perfume kills, hunged for ever my sex is opened in red, my barefoot feet reach the blank door and I learn how to fix my memory in the dependency of these lines, my armpits smell like him, I go, I leave them alone and hung with a great deal of independency.Free like the scent in the meters, free as the perfume of the galleries: varnish and lavender, thus his pictures smell, thus must she smell, his work, surely thus, among the museological preservation and the freshness of the fields: Thus she smells, I know it when I observe in its lines the eternity.
 
By Wendy Guerra, Writer. May 2004. Havana, Cuba.