NINA MENOCAL,1998, MEXICO CUBA.

Carne
Carne es un conjunto muy atrevido de pinturas. Ulises González se atreve a pintar lo que desea expresar de una manera autentica. Nadie más puede sacar hacia fuera un trabajo como este. Extraños, voraces y móviles peces dorados los cuales parecen flotar a través de sus lienzos, dejando trazos de espermas. Sus imágenes gigantescas son como dibujos dentro del lino. El utiliza la brillantina para enfatizar el barroco. Se trata de un artista contemporáneo demasiado contemporáneo para gustar o ser comprendido por todos los expertos. De cualquier manera, él comunica su angustia y su ternura. Finalmente nos alcanza a muchos de nosotros.
Ulises es otro de los artistas cubanos educado en la famosa escuela de la Revolución Cubana, Academia San Alejandro. Reside en Guadalajara desde 1991, Ulises continua su búsqueda para su identidad espiritual. Misticismo, belleza, juventud y erotismo, y por otro lado, símbolos de sufrimiento y crueldad se entrelazan en su presente obra. Siempre dramático, expresionista y muy personal, sus pinturas son como un nacimiento. Nos detiene a pensar por momentos. Pensar que significan para nosotros, de una manera íntima.
Hoy más que en cualquier otro tiempo sus pinturas han perdido su lugar dentro de las artes visuales. Lo contemporáneo idea y forma llaman a otro medio, especialmente multimedia, para que el ojo contemporáneo no pueda realmente “ver” pintura-pintura. Las pinturas de Ulises en la serie de Carne son muy raras y sus mensajes muy excéntricos para que ciertamente podamos verlos. Y esta es la importancia de sus obras. Ellas son diferentes, significativas y “visibles” .
 
Por Nina Menocal, México,D.F., Agosto 1998.
 
 
Flesh
Flesh is a very bold group of paintings. Ulises González dares to paint what he has to say in an unique way. No one else could turn out a work like these.
Strange voracious and shimmering goldfish which seem to be moving through the canvases, leaving traces of sperm. His big images are like drawn into the linen. He uses brillantine to emphatisize the barroque. He is a contemporary artist too contemporary to be liked or understood by all the experts, Even so, he communicates his anguish and tenderness. Finally he reaches most of us.

Ulises is another of the Cuban artists educated in the famous schools of the Cuban Revolution, the academia San Alejandro. Residing in Guadalajara since 1991, Ulises continues his search for spiritual identity. Mysticism, beauty, youth and eroticism, and on the other hand, symbols of suffering and cruelty mingle in his current work. Always dramatic, expressionistic and very personal, his paintings are like a blow. They make us stop for a few moments to think. To think of what they might mean to us, in an intimate way.

Today more than at any other time painting has lost its place in the visual arts. The contemporary idea and form call for other media, specially multimedia, so that the contemporary eye cannot really “see” painting-painting. Ulises paintings in the Carne series are so rare and his message so eccentric that we will certainly see them. And this is the importance of his works. They are different, significant and “visible”.
 
By Nina Menocal, August 1998. México, D.F.

MANUEL VIDAL,1990, CUBA.

Pintura y Simbolización de Ulises

El oficio en el arte no es un recetario de fórmulas que una vez aprendidas le sirven a todos los creadores para hacer y decir todo lo que quieran hacer y decir. El oficio de un artista es tan personal como su propia obra. Si el oficio de un pintor se parece al de otro es porque dicen o quieren decir cosas parecidas. Eso es, por ejemplo, la semejanza que podemos encontrar entre los pintores impresionistas, por otro lado, tan distintos unos de otros. Esta comprensión es la que me ha llevado a decir que, después del aprendizaje académico, todo artista, para serlo, tendrá que desarrollar estudios autodidactos.
La anécdota es bastante conocida. El pintor Degás quiere escribir poemas y pide consejo al poeta Mallarmé, luego de decirle que ideas no le faltan. El poeta afirma: La poesía no se hace con ideas, se hace con palabras. La pintura, como la poesía, puede estimular ideas de la misma manera que estimula emociones, pero la pintura no se hace con ideas ni con emociones, se hace con pintura.
Desde las primeras obras, Ulises González encontró su tema. Podía haber escogido otro, pero siempre iba a pintar su tema. El tema en la obra de un artista es su tema, pero es mucho más, porque es una realidad simbolizada.
Si el pensamiento verbal y conceptual expresa las ideas y sentimientos de todos, el símbolo permite expresar nuestras vivencias y experiencias más recónditas y personales. Porque la riqueza del símbolo consiste en que, el que lo usa, dice mucho más de lo que pensaba decir, y todos, consciente o inconscientemente, simbolizamos. Este hecho singulariza y privilegia la virtud económica y emotiva de la obra artística: Tiene respuestas para su autor, respuestas para cada espectador, y una respuesta general para todo.
Las alcantarillas, acueductos, sumideros a donde van las aguas transparentes o sucias que corren por las calles de la ciudad a perderse en el mundo subterráneo, y que son los temas de la obra de Ulises, están plenos de estimulantes y ocultas sugerencias. Porque las pinturas están pintadas con el personal oficio que requieren para transmitir eficazmente, los mensajes que había pensado decirnos y, los que no había pensado decirnos. Todavía, con pintura, se puede crear lenguajes y metalenguajes, teorías y metateorías, conceptos y metaconceptos, galaxias y metagalaxias.
 
Por Manuel Vidal, La Habana, Cuba 1990.
 
 
Ulises Painting and Symbolization
The trade in art is not a book of recipies with formulas that once learned are useful for every creator to make and say everything they want. The trade of an artist is as personal as its own work. If the trade of a painter resembles another’s it is because they say or mean similar things. That is, for example, the likeness we can find among the impressionist painters, on the other hand so different from each other. This understanding has taken me to say that after the academic learning, every artist, in order to be one, must develop autodidactic studies.
The anecdote is quite well-known. The painter Degás wants to write poems and he requests advice from the poet Mallarmé, after telling him that ideas he doesn’t lack. The poet affirms: Poetry is not made with ideas, it is made with words. Painting, as poetry, can stimulate ideas in the same way that it stimulates emotions, but painting is not made with ideas neither with emotions, it is made with paint.
From the first works, Ulises González found his topic. He could have chosen any other, but he will always paint his topic. The topic in the work of an artist is his topic, but it is much more, because it is a symbolized reality.
If the verbal and conceptual thought expresses everyone’s ideas and feelings, the symbol allows to express our more secret and personal memories and experiences. Because the wealth of the symbol consists in that he who uses it, says a lot more than what he planned to say, and we all, conscious or unconsciously, symbolize. This fact singles out and privileges the economic and moving virtue of the artistic work: It has answers for its author, answers for each spectator, and a general answer for everything.
The sewers, aqueducts and drains to where the transparent or dirty waters that run for the streets of the city to get lost in the underground world go, and which are the topics of the work of Ulises, are loaded with stimulants and hide suggestions. Because the paintings are colored with the personnel trade that they require to transmit efficiently, the messages that he had planned to tell us, and those that he had not planned to tell us. Still, with painting, you can create languages and metalanguages, theories and metatheories, concepts and metaconcepts, galaxies and metagalaxies.
 
By Manuel Vidal, 1990, Havana, Cuba.

GERMAINE GOMEZ HARO,1999, MEXICO.

Autoretratos del Alma
En la Galería Nina Menocal se presenta actualmente “Al azahar”, quinta exposición individual que, con puntualidad anual, el pintor cubano Ulises González realiza en este espacio. El trabajo de Ulises ha suscitado interés en México desde su llegada en 1991. Es en nuestro país donde se consolida su lenguaje pictórico y su iconografía se trastoca en forma definitiva, bajo el influjo de nuestra cultura popular y la imaginaría religiosa que aprehende en Guadalajara donde reside actualmente. Desde su primera exposición individual en esa ciudad “Retablos”, (Galería Alejandro Gallo, 1992) se pueden percibir ciertas constantes formales y conceptuales que han sido el núcleo de su creación plástica desde su génesis y que, con el tiempo, han ido madurando hasta conformar una obra de carácter plenamente personal y un estilo claramente reconocible hecho nada fácil en ésta época de bombardeo de imágenes.
La pintura de Ulises, esencialmente intimista, es fina expresión de los matices de su alma. Su temática hace referencia, en todo momento, a sus tribulaciones existenciales, a su constante búsqueda de identidad espiritual y sus reflexiones sentimentales. En un lenguaje posmoderno de sintaxis casi minimalista, la obra de Ulises nos habla de amor y desamor, erotismo y misticismo, gozo y sufrimiento, desgarramiento y ternura… Sentimientos hilvanados por el sutil filamento de la nostalgia, sensación presente en toda su creación.
Ulises trabaja generalmente en series temáticas que han ido concatenando unas con otras mediante ciertos eslabones conceptuales perpetuados a lo largo de todos estos años. Como elementos iconográficos persistentes aparecen las flores -antes eran rosas, ahora son azahares-, los listones, los corazones, las naranjas, la sangre encendida que sacude al espectador. Su factura es siempre rigurosa, lo mismo cuando recurre a pinceladas libres y gestuales, qué cuando se sirve de trazos suaves y contenidos. En su obra anterior incorporaba comúnmente elementos extrapictóricos al lienzo o a los marcos, llegando en ocasiones a crear el efecto de picto-esculturas; ahora se percibe un proceso de depuración que ha dotado a sus cuadros de una mayor ligereza, donde su propio lenguaje fluye más mesurado, velado por una diáfana precisión. Aún así sus pinturas conservan cierta teatralidad, una especie de hálito barroco que se genera por la voluptuosidad de las formas y los pronunciados golpes de luminosidad, aun en esta serie casi monocromática donde predominan los blancos y los grises matizados por la tenue luz lunar.
El tema central de su pintura reciente es la relación carnal y mística entre la pareja, simbólicamente representada por sus inmensas naranjas “humanizadas”. A través de ellas juega con la metáfora de la media naranja en alusión a la pareja “ideal”. Así, nos presenta en lienzos cuadrados, de mediano formato, unas enormes y voluptuosas naranjas partidas por la mitad, cuyo centro es invariablemente un corazón palpitante, en ocasiones derramando espesos chorros de sangre. Siguiendo una semántica plenamente contemporánea, Ulises juega hábilmente con las palabras y entrevera significados y metáforas en sus títulos e imágenes. “Al azahar” tiene que ver con la representación literal de la flor de la naranja, presente en los lienzos en apíñados cúmulos y frágiles bouquets, o bien plasmadas al desgaire en el espacio, subrayando el toque “cursi” (y en ocasiones, kitsch) que deliberadamente imprime a su trabajo. Un listón negro enlazado entre las delicadas flores, así como la sangre escurriendo del corazón de las naranjas, trastocan el aparente ámbito de serenidad de sus blancas y luminosas pinturas, creando una sensación mórbida y perturbadora.
Otra innovación en su trabajo reciente es su incursión en la instalación. Aquí presenta su obra titulada “Trampas de la suerte”, constituida por siete piezas tejidas con soga plateada, a semejanza de las trampas de cestería que utilizan los pescadores primitivos en algunas regiones. Éstas penden del techo a diferentes alturas, en un cuarto totalmente blanco, con la iluminación precisa para crear juegos de luces y brillos metálicos que hacen de este conjunto una obra altamente poética, metáfora que utiliza Ulises como un intento por “pescar” la suerte y atrapar lo imposible lo inasible.
En la charla que sostuvimos al recorrer esta exposición, Ulises habló de su pasión por la poesía, en especial por la obra de su coterránea Dulce María Loynaz, cuyos poemas, a decir del artista, han suscitado imágenes, y evocaciones que creo percibir en su pintura. Como la lírica pura de Loynaz, la pintura de Ulises, límpida y aérea, revela cierta antítesis entre un hermetismo y una oscuridad intrínsecos y una luminosidad que encierra emociones y sensaciones cotidianas, con el afán de expresar el ritmo pendular entre el amor y el desamor, la ausencia y la presencia, la añoranza a de los orígenes: “Uña isla es/ una ausencia de agua rodeada/ de agua: Una ausencia del amor rodeada del amor… (Dulce María Loynaz, “Geografía” en Versos, 1920-1938.)
 
Germaine Gómez Haro, La Jornada, Ciudad de México, Septiembre de 1999.
 
 
Self-Portrait of the Soul
In the Nina Menocal Gallery the fifth individual exposition is actually “Al azahar (To the Orange Blossom)” where, with annual punctuality, the Cuban painter Ulises González (The Havana, 1963) presents his work. Ulises’ work has raised interest in Mexico since his arrival in 1991. It is in our country where his pictorial language and his iconography transforms itself into a definitive form, under the influence of our popular and religious imagery that he seizes in Guadalajara, where he actually resides. Since his first individual exposition in this city (“Altarpieces”, Alejandro Gallo Gallery, 1992) certain formal and conceptual constants can be perceived as the center of his fine arts since their genesis and that, with time, have been maturing until shaping a work of character fully personal and a style clearly recognizable, nothing done easy in this time of bombardment of images.
The painting of Ulises, essentially an intimate, is fine expression of the shades of his soul. His subject makes reference, in every moment, to his existential tribulations, to his constant search of spiritual identity and his sentimental reflections. In a postmodern language of syntaxes almost a minimalist, Ulises’ work tells us about love and falling out of love, eroticism and mysticism, joy and suffering, tearing apart and tenderness.feelings outlined by subtle fibers of nostalgia, sensations present in all his creations.
Ulises generally works in thematic series that have been linking some with others using certain conceptual links perpetuated along every year. Persisting iconographic elements appear as flowers -before they were roses, now they are orange blossoms-, the lines, the hearts, the oranges, the striking blood that shocks the audience. His work is always rigorous, and the same thing applies to his free brushstrokes and gestures, when it turns out smooth and contained lines. In his previous work, he commonly incorporated extrapictorial elements to the canvas or to the framework, ending up on occasions creating the effect of picture-sculptures; now it is perceived as a purification process that he has endowed to his paintings of great indiscretion, where his own language flows more restrained, veiled by a clear precision. Even then his paintings maintain a certain theatricality, a kind of Baroque style that is generated by the voluptuousness in the shapes and striking rays of light, even in this almost monochromatic series the whites and grays tinted by the faint moonlight predominate.
The central theme of his recent painting is the carnal and mystic relation between the couple, symbolically represented by his immense “humanized” oranges. Through them he plays with the metaphor of the half orange in allusion to the “ideal” couple. In this way, it presents to us in squared canvases, of medium-sized format, some enormous and voluptuous oranges parted in half, whose center is invariably a heart palpitating, on occasion spilling thick streams of blood. Following a fully contemporary semantic, Ulises smartly plays with the words and hints meanings and metaphors in his titles and images. “To the Orange Blossom” has to do with the literal representation of the flower of the orange, is seen on the canvases in piles crowded together and fragile bouquets, or well captured to come out in this area, emphasizing the “gaudy” touch (and on occasion, kitsch) that deliberately marks his work. A black line connected between the delicate flowers, as well as the blood dripping from the heart of the oranges, disrupt the apparent environment of serenity of his white and luminous paintings, creating a morbid and disturbing sensation.
Another innovation in his recent work is his incursion on the installation. Here is his work titled Trampas de la suerte (Traps of luck), consisted of seven pieces knitted with silver-plated ropes, similar to the basket traps that primitive fishermen use in some regions. These hang from the ceiling at different heights, in a totally white room, with the exact illumination for creating plays of lights and metallic shine that make this collection highly poetic work, a metaphor that Ulises uses how an attempt to “fish” for luck and catch the impossible, the inaccessible.
In the conversation that had we had traveling to this exposition, Ulises spoke of his passion for poetry, especially for the work of his countryman Dulce María Loynaz, whose poems, as said by the artist, has aroused images and evocations that I believe perceive in his painting. As the pure lyric of Loynaz, Ulises paintings, cleaned and aired, reveals certain antithesis between hermetecism and intrinsic darkness and a luminosity that surrounds everyday emotions and feelings, with the zeal of expressing the pendulous rhythm between love and falling of love, the absence and the presence, the nostalgia of the origins: “An island is/ an absence of surrounding water/ of water: An absence of/ surrounding love of/ love.” (Dulce María Loynaz, “Geografía (Geography)” in Versos (Verses) 1920-1938.)
 
By Germaine Gómez Haro, La Jornada, September 1999. México, D.F.

FABIENNE FULCHÉRI, FIAC, FRANCIA, 1999.

Ulises González, Un Cuerpo en el Exilio
Ulises González, nace en La Habana en 1963, en plena crisis de La Revolución cubana. Un clima artístico tan complejo como la situación política de su país: abstracción geométrica, expresionismo, pintura “barroca”, tantas corrientes pictóricas que se encuentran y entremezclan.
La revolución impone una corriente de realismo socialista, arruinando la posibilidad de traspasar fronteras. En el curso de los años 70 y 80, cansados de éste aislamiento y del embargo del poder sobre la creación, renombrados artistas cubanos migran al exilio adquiriendo una resonancia internacional. Este electrochoque provoca que miles de intelectuales desarrollen una ola contestataria sin precedentes, una liberación de golpe del arte cubano y sus trabas nacionalistas.
Educado en una de las más famosas escuelas de la revolución, Ulises González es parte de una generación de artistas que rompe con los precedentes establecidos por el estado, creando su propia identidad. Libertad que encontró al irse de Cuba e instalarse en México en 1991.
Íntimamente ligado a su propia vida, su obra pictórica refleja el exilio y el amor con influencia de colores brillantes del folklore mexicano, transgrede todos los tabúes, la religión, el sexo, y la muerte, exaltando el cuerpo con una pronunciada teatralidad. Ulises González asume plenamente su atracción por el barroco, y se sitúa totalmente dentro de la línea tranvanguardista, movimiento artístico desarrollado en Italia a finales de los 70, teóricamente pretendían devolver la primacía de la expresión sobre el concepto, y proponía retomar la fuerza de la figuración. Sin embargo la obsesión con el cuerpo (principalmente masculino) flagelado, martirizado, y exhibido en poses provocativas y sugestivas. Ulises González pinta el cuerpo humano con perversidad como en su serie de pinturas intituladas Carne. Acentúa el malestar sobre sus lienzos llenos de símbolos religiosos.
La utilización recurrente de una iconografía cristiana refuerza la ambigüedad que se desprende de sus obras. En nuestras caras unos cuerpos mutilados que no sabemos si es un juego sexual o estamos en presencia de un mártir suplicando con todo su derecho sacado de La Legenda Dorada de Jacques de Voragine? Sufriendo o extasiado? El artista no nos da ninguna respuesta pero enaltece el culto de su propia imagen creando antagonismos: fuerza y fragilidad, virilidad y feminidad son las dos caras de una misma medalla. Esta dualidad se encuentra a un nivel puramente formal con la factura de sus telas, el kitsh, el expresionismo, las pequeñas flores, el dorado, la sangre y el esperma. Receptáculo y expresión de angustias del artista, la pintura juega dócilmente su rol de catarsis.
 
Fabienne Fulchéri. Le quotidien, FIAC, París, 1999.
 
 
Ulises Gonzalez, a Body in Exile
Ulises Gonzalez was born in La Habana in 1963 in the climax of the Cuban Revolution, where both the political and artistic scenarios were complex:  geometric abstraction, expressionism, baroque painting, and so many pictoric movements that intersect.
The revolution imposes socialist realism, limiting the creativity and the possibility to go beyond the borders.  During the 70´s and 80´s decade, tired of this isolation, many Cuban talented artists migrate to other countries, in search for artistic freedom and expanding their horizons and creativity.
Ulises Gonzalez was a student of the most renowned schools of the revolution, and found his artistic identity and freedom in Mexico on 1991.   His work, closely related to his personal life, reflects exile and love with the influence of Mexican bright and unique colors, and goes beyond taboos, religion, sex, death, and any other variable that limits.  He feels attracted to baroque tendencies, but is placed in the    transavantgarde movement, Italian art movement that originated in the late 70´s, and which purpose was to restore the strength of figurative painting.   Obsessed with the human body (especially men body), sometimes harmed and sometimes erotized, Ulises´ work forms are powerful and provocative. Some even include religious symbols making it more interesting.
The use of Christian iconography reinforces the dualism that his work also portrays.  We observe human bodies which can be either mutilated as martyrs from the golden legend of Jacques Voragine, or show erotic shapes in a sexual game… suffering or experiencing pleasure?  We can decide, since the artist suggests both, creating an image full of strength and fragility, manhood or feminism… both sides of the coin.  This duality is found in a deep sense in is fabrics, the kitsch, expressionism, small flowers, golden colors, blood, and sperm… all part of this artist emotions expression and serving as catharsis.
 
Fabienne Fulchéri. Le quotidien,  FIAC, Paris, 1999.

EDGARDO GANADO,1998, MEXICO.

Las Fantasías del Deseo
La obra de Ulises González (La Habana, 1963) se caracteriza por la utilización de una iconografía a todas luces sensual y erótica en donde sus propias experiencias son el tema principal. El dolor, como una vía legitima y válida de placer, es expresado en muchas de las pinturas producidas en otros tiempos por este artista cubano: rosas sangrando, secciones de cuerpos que se nos presentan evocativas y cachondas, al mismo tiempo que laceradas o violentadas; naranjas dolientes, corazones como alimento, y niños que lloran o parecen sudar sangre frente a un fondo florido.
Todas sus imágenes se encuentran cargadas de una evidente dosis de perversidad asumida; podríamos decir una intimidad mostrada públicamente en donde el artista gusta revelar el juego o el rol sexual de sus personajes como una constante que podría ser para nosotros cotidiana, pero casi siempre escondida.
Su trabajo anterior estaba cargado de una acusada transgresión a los significados tradicionales de algunos iconos cristianos, de la moral burguesa o de imágenes nacionalistas, en particular las cubanas. Echaba mano de la ambigüedad histórica que existe entre el amor carnal, el amor religioso y el amor filial; pero en su trabajo nunca los ha confundido, sino que los ha utilizado como herramienta discursiva que atrae a unos y repele a otros.
En su presente exposición titulada Carne, se nota un gusto por desatender el color y recurrir a la línea, a la mancha y al chorreado para conformar un dibujo libre y directo sobre fondos blancos que lo hacen resaltar. Algunas secciones están trabajadas con hoja de oro arrugada, para recurrir, de algún modo, a los artificios del kitsch que han sido otra constante en el trabajo de este artista.
El cuerpo masculino es casi una obsesión en las pinturas de Ulises. Algunos cuadros están trabajados en violentos escorzos que evidencian secciones corpóreas de marcada provocación sexual. La presente serie de pinturas recurre a la imagen constante de peces dorados o “japoneses” que tienen largas y transparentes colas con movimientos sensuales y pausados. Todo parece ocurrir bajo el agua; el ambiente es una fiesta al hedonismo público que hace resaltar la finalidad sensual de las imágenes.
En Relax, dos grandes peces flanquean las piernas y el cuerpo de un hombre que muestra su masculinidad en el centro de la composición. En esta obra lo importante es apelar a los deseos escondidos, explotar las posibilidades de fantasías eróticas que muchas veces nos han sido vedadas.
En Cómplices, el pintor representó a un hombre de perfil en donde sólo vemos unas anchas piernas y protuberantes glúteos. El personaje se encuentra montado sobre un gran pez con el que parece copular; pero a la vez lo podríamos interpretar como un gran falo. Este sentido ambiguo, y hasta juguetón, lo encontramos insistentemente en esta serie de cuadros.
En Caricias, sobre un ancho y musculoso torso, nadan peces que con sus colas acarician la piel del personaje mientras que uno de ellos besa sin recato un pezón.
Las pinturas de Ulises son un planteamiento directo a las posibilidades del placer y goce del cuerpo, el cual, a fin de cuentas, es nuestro único vehículo de satisfacción que tenemos con los demás y con nosotros mismos.
 
Por Edgardo Ganado Kim, México, DF, Julio 1998.
 
 
The Fantasies of Desire
The work of Ulises González (Havana, 1963) is characterized clearly by the use of a sensual and erotic iconography where his own experiences are the main topic. The pain, like a legitimate and valid way for pleasure, is expressed in many of the paintings other times performed by this Cuban artist: roses bleeding, sections of bodies presented evocative and randy, at the same time that lacerated or forced; aching oranges, hearts like food, and children that cry or seem to sweat blood in front of a florid background.
All his images are loaded with an evident dose of assumed perversity; we could say an intimacy shown openly where the artist likes to reveal the game or the sexual role of his characters like a constant that could be ordinary for us, but it is almost always hidden.
His previous work was full of an accused transgression to the traditional meanings of some Christian icons, bourgeois morals or nationalist images, the Cubans in particular. He handed the historical ambiguity that exists among carnal love, religious love and filial love; but in his work he has never confused them, he rather has used them as a discursive tool that attracts some and repels others.
In his present exhibition entitled Meat, we notice some pleasure to disregard the color and to appeal to the line, the stain and the dripped to conform a free and direct drawing on a white background making it stand out. Some sections are worked with wrinkled gold leaf to appeal, somehow, the Kitsch artifices which have been another constant in this artist’s work.
The masculine body is almost an obsession in the paintings of Ulises.
Some pieces are worked in violent foreshortenings that evidence corporal sections of marked sexual provocation. The present series of paintings has the constant image of golden or “Japanese” fish having long and transparent tails with sensual and leisurely movements. Everything seems to happen under the water; the atmosphere is a party for the public hedonism making stand out the sensual purpose of the images.
In Relax, two big fish flank the legs and the body of a man who shows his masculinity in the center of the composition. In this piece the important matter is to appeal to the hidden desires, to exploit the possibilities of erotic fantasies that many times have been forbidden for us.
In Accomplices, the painter represented the profile of a man where we only see some wide legs and protuberant buttocks. The character is riding a huge fish with which he seems to copulate; but at the same time could be interpreted as a big phallus. We find this ambiguous and even playful sense insistently in this series.
In Caresses, on a width and muscular torso, fish that caress the character’s skin with their tails are swimming while one of them kisses a nipple without any modesty.
The paintings of Ulises are a direct approach to the possibilities of pleasure and enjoyment of the body, the one which, after all, is the only vehicle of satisfaction that we have with others and with ourselves.
 
By Edgardo Ganado Kim. July 1998. México, D.F.

CONRADO DE LA TORRE,1991, CUBA-MIAMI.

Hombre Cruz
Ulises González no se detienen la representación física del hombre aunque, sin embargo, no deja de potenciarla ni por un instante; su alusión es indirecta y simbólica,
El hombre es la cruz y por esta razón dicha dualidad posee un carácter universal, tanto como su pintura. La cruz, símbolo del cristianismo y de la imagen de Jesucristo, a la vez que mantiene su connotación, adquiere otras nuevas.
HOMBRE / CRUZ : Jesús / Hombre Moderno – Cruz / Martirio Calvario.
En pocas palabras, las hostilidades de un mundo que asfixia al individuo y como único responsable, el hombre mismo. Refuerza y enriquece la imagen otro símbolo, el alambre de púa, reminiscencia de la corona de espinas que tocaba la cabeza de Jesús, en este caso, que limita la acción, daña el cuerpo, lastima y hiere el alma.
La cruz y los alambres son una constante que unifican su obra y resaltan el mensaje que desea transmitir; ambos son elementos de un paisaje “irreal” y hostil que no es nuevo, pero sí “invisible”. Confieren fuerza y expresividad a sus pinturas la pincelada suelta que mucho debe al gesto, al action painting y otros métodos de la abstracción informalista, el uso de colores sombríos y contrastes de claro-oscuros, sin olvidar el formato monumental que nos remite a ese paisaje “oculto”, que describe una mitología del mundo contemporáneo.
 
Por Conrado de la Torre, Septiembre 1991, La Habana, Cuba.
Actualmente es curador y crítico en la galería Gary Nader de Miami.
 
 
Hombre Cruz
Ulises Gonzalez not only portrays the physical representation of a man, he also empowers it giving it an indirect and symbolic allusion.  The man is the cross and causing this duality which takes new dimensions into an universal feeling, as it also does in his paintings.  The cross, Christian symbolic representation and Jesus image, gains new meanings.
MAN / CROSS: Jesus / modern man – Cross / martyrdom Calvary
In few words, the world´s hostile scenarios, and man itself as the only responsible.  We can also find other powerful symbolisms as the sharp wires, which remind us of the splinter crown on Jesus head, which limits and harms body, mind, and soul. The cross and the sharp wires are a constant variable which reinforces the message that the artist wants to transmit to us:  both elements are part of a hostile but real scenario that sometimes appears as invisible in our lives. Strength and vivid expression are found in every brushstroke, as well as other elements of informal abstraction, the use of sober colors that contrast and evoke to the mythology of our contemporary world.
 
By Conrado de la Torre, September 1991, La Habana, Cuba. 
Art curator and critic in the Gary Nader Gallery in Miami.

AMAURY PEREZ, 2004,CUBA.

La Soledad
La soledad de Ulises se desliza,
destella en el pétalo oloroso,
no le queda ni un as del perezoso;
el ángel ante sí se descuartiza.
La soledad, distancia que le atiza
el alma fértil, el rojo caluroso.
La línea grácil despierta al ojeroso
joven hirsuto que en el lienzo pisa.
Con gran formato, sin error, ni prisa
otra flor destrampa al animoso
y se invade de cantos la cornisa.
Tiene Ulises por puente el milagroso
don de enfundarse la sonrisa
mientras se nos desviste luminoso.
 
Amaury Pérez, La Habana, 8 de marzo, 2004
 
 
The Solitude
The solitude of Ulises slides away,
shines in the fragrant petal.
he has not one ace of an idler;
even the angel before him, carves up.
The solitude, distance that stirs him
the fertile soul, the red warmth,
the subtle line awakens the haggard
spiky younster that stands in the canvas.
With great format, without error, or hurry
another flower unties the undaunted
and invades the cornise with songs.
Ulises has as a bridge the miraculous
gift to wrap a smile
meanwhile unto us he undresses luminous.
 
By Amaury Pérez. March 2004. Havana, Cuba.

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